LXXXIII
Entre quienes sienten pasión, el rey es Hara, que se adueña
de la mitad del cuerpo de la amada;
entre quienes no sienten pasión tampoco hay superior a él en
la renuncia a las relaciones con las mujeres.
Lamidos por la llama como veneno de serpiente de las flechas
del invencible Smara,
el resto de los hombres, engañados por Kama, no son capaces
ni de gozar de los objetos de pecado ni de liberarse de
ellos.
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