el pelo y la lengua

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domingo, 17 de abril de 2011

POR EL VERDADERO ARTE DE LA DANZA


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¿Desde cuando bailar se ha convertido en una actividad exclusiva de una élite física? ¿Cuándo hemos perdido el resto de las personas normales el derecho a poder ganarnos la vida con él? Se supone que bailar es algo que tiene que salir del corazón, una pasión que haga que el sacrificio que supone merezca la pena. ¿Por qué, entonces, queda excluido un gran sector de aquellos apasionados con la espalda “demasiado” ancha, las piernas “demasiado” cortas o de estatura “demasiado” baja?
Es cierto que para alcanzar un determinado nivel de profesionalidad en esta actividad se requieren unas condiciones físicas concretas, pero no todos quieren llegar a ser Anna Pavlova, hay muchas otras opciones para las que se necesita tener esos estudios “exclusivos” que no implican seguir los pasos de los grandes bailarines, como enseñar, ser un buen coreógrafo, dirigir compañías de baile tanto profesionales como amateur… ¡se pueden hacer tantas cosas!
Comparativamente, se puede estudiar el ejemplo del arte dramático. Sí, los requerimientos físicos del baile, aunque a veces puedan coincidir, no siempre son los mismos que los del teatro y el cine. Sin embargo, actores como Michael J. Fox, que sufre Parkinson, o Jamel Debbouze, que no puede usar su brazo derecho, puede que no hayan conseguido la fama y fortuna de Brad Pitt, Natalie Portman o Hugh Laurie, pero han conseguido dedicarse a lo que les apasiona y ganarse la vida con ello.
Y es innegable que para esta disciplina de la danza suele ser necesaria una preparación física más estricta que la que se requiere de entrada a la hora de actuar, pero no por ello debemos dejar que quede reservada a esa élite en la que hay mucha gente que solo conoce eso como forma de vida, y que, aunque ya no siente la música fluir por sus venas, se limita a realizar los movimientos con la mayor de las ligerezas, envidiada por aquellos que no los pueden llevar a cabo, pero sin corazón, sin alma en su baile, sin un mensaje que transmitir a un público expectante.
Y de ahí la necesidad de abrir las puertas a aquellos que nunca podrán ser perfectos técnicamente porque su físico se lo impide, pero que lucharán como los que más por hacer lo que de verdad quieren, por contar una historia y transmitir lo que sienten, porque eso es el baile; el baile es la unión del alma con la música, es una de las formas más emotivas de compartir pedazos de tu vida y de tu esfuerzo con un público que quiere escuchar.
Lucía Rodríguez  2º Bachillerato. Colegio Internacional ALtair

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